Turismo
Ir a La Guajira se convierte para muchos viajeros en la travesía en la que convergen la belleza de la naturaleza, la cultura indígena y la conquista por lo que otros turistas describen como una maravilla en extremo. La Guajira está llena de seducción. Es una mezcla de mar, brisa, sal, colores y extenso desierto que no reúne otro sitio de la geografía nacional.
Estos atractivos hacen que La Guajira y, en especial, el Cabo de la Vela, donde Colombia tiene su fin, hagan parte de la ruta de miles de viajeros.
Allí llegan atraídos por la magnificencia del lugar, por el contraste de su naturaleza y sus colores, por la tranquilidad que vive el espíritu que tiene rienda suelta para llegar renovado al caos de la ciudad, luego de unos días de serenidad.
La Guajira, además de ofrecer el más extenso desierto colombiano, tiene en el Parque de la Macuira, un hábitat de aves migratorias, lleno de fauna y flora peculiares.
Rumbo al fin de Colombia
Una de las experiencias que más deleita a los viajeros al Cabo de la Vela es el recorrido que se debe emprender por un desierto.
Por su condición desértica, el lugar parece más extenso de lo que realmente es, donde no hay señales ni avisos que orienten la ruta.
Cuando se llega al sitio denominado Tres Esquinas se encuentran tres destinos para seguir: Cabo de la Vela, Uribia y Manaure.
Piscina de sal
De regreso del Cabo de la Vela se recomienda visitar otro de los grandes atractivos, el municipio de Manaure, donde está la explotación de sal marina más grande de Colombia.
Este escenario, que creó la naturaleza entre sol, viento y escasas lluvias, conquista a los turistas, quienes pueden hacer un recorrido en vehículo y apreciar un paisaje que en Colombia no tiene par.